martes, 20 de octubre de 2009

Entalpía en aumento: reflexiones sobre física, biología y misticismo. Parte II.

Si aceptamos las reflexiones presentadas en la primera parte podemos afirmar que la vida, y en última instancia la vida inteligente, son consecuencia obligada de las leyes físicas que rigen el universo. Ahora bien el gran dilema que se crea a raíz de esta conclusión es: ¿es la vida inteligente un subproducto del universo o bien el producto principal? En otras palabras, ¿existe el universo para que se desarrolle la conciencia? ¿O más bien la conciencia, aún siendo fruto de las leyes naturales, es tan solo un efecto secundario del universo?

Ante este tipo de preguntas hay que estar muy alerta con el antropocentrismo. Es muy fácil decantarse, sin más, por la respuesta que otorgue más valor a nuestra vida, puesto que el ser humano necesita encontrarle un valor. Sin embargo de igual modo debemos vigilar con no descartar sin más una respuesta porque pueda parecer antropocentrista. ¿Podemos llegar pues a alguna respuesta mínimamente objetiva? Probablemente, desde la ciencia, no. Ahora bien hay una reflexión que quizá pueda ayudar a esclarecer la duda, aunque quizá aún la potencia más.

Está claro que el universo es como debe ser, que las leyes que lo rigen son “correctas” porque no podrían ser de otra manera. Las cosas son como son. Ahora bien, imaginemos un escenario en que el universo tendiera al orden, a la entalpía, en vez de al caos. El estado inicial del universo sería de caos absoluto y mediante su evolución iría aumentando su orden hasta llegar a un estado de máximo orden, todo lo contrario de lo que sucede en nuestro universo real. A nosotros nos puede parecer muy extraño, imposible, considerar que un objeto en vez de romperse pueda unirse espontáneamente por ejemplo. Sin embargo tan solo nos parece imposible porque es la realidad que conocemos, no porque no pudiera haber esa otra realidad.
Supongamos, como hemos dicho, que hubiera podido ser así. En ese caso las leyes físicas propiciarían que en algunas regiones del universo la entropía, el caos y no el orden, aumentara continuamente, de manera que potenciara aún más el aumento de entalpía a su alrededor. Esas “zonas especiales” del universo serían zonas entrópicas y no entálpicas, tal como lo son las regiones especiales de nuestro universo: los seres vivos. Creo que podemos afirmar que para la expresión de la conciencia, de la inteligencia, se requieren sistemas ordenados, que un sistema caótico no puede desarrollar la inteligencia, tal como vemos en nuestro universo. La inteligencia, la conciencia es propia de los sistemas entálpicos y no entrópicos.

En nuestro universo podemos atrevernos a decir que el origen de máximo orden contenía en sí la inteligencia y la conciencia indiferenciada y unitaria, y que mediante el aumento progresivo de caos en que aparecen los sistemas vivos puede expresarse la conciencia diferenciada e individual.
En el otro universo hipotético, su final de máximo orden contendría esa misma inteligencia y conciencia indiferenciada pero ya que en su previa evolución los elementos “aislados” del universo serían caóticos y no podrían generar conciencia diferenciada, no podría haber autoconciencia en el universo.

Concluyendo, de las dos opciones que me aventuro a pensar que hubieran sido posibles la que existe es precisamente la que permite la autoconciencia en el universo.

¿Es la autoconciencia el objetivo, el propósito, de todo cuanto existe o un mero subproducto?

lunes, 19 de octubre de 2009

Entalpía en aumento: reflexiones sobre física, biología y misticismo. Parte I.

¿Es la vida un error en el universo? ¿Es la inteligencia y la conciencia un mero accidente en el largo proceso de la evolución? La respuesta oficial desde la ciencia a estas dos preguntas es afirmativa. Para entender el porqué debemos conocer un poco a cerca de la física del universo.

Según la segunda ley de la termodinámica, cualquier sistema cerrado tiende a la entropía, esto es, a la disminución de la energía disponible para realizar “trabajos”, a la disminución de la temperatura. Si consideramos el universo como un sistema cerrado decimos pues que el universo tiende al caos, a la entropía.

La única definición de vida realmente fiable, que descarta rotundamente como seres vivos “cosas” como virus informáticos o minerales que cristalizan, es aquella que define a los seres vivos como regiones del universo en los que la entalpía (es decir el orden) aumenta de manera constante. Vemos pues que la vida va radicalmente en sentido contrario al resto del universo. Por este motivo los científicos afirman que por probabilidad es algo accidental, algo casi imposible de que suceda. De hecho ese mismo argumento lo utilizan los creacionistas para afirmar que la vida fue creada por dios.

Pero veamos que sucede realmente con la energía en esos espacios que llamamos seres vivos y en sus alrededores. Observamos que para poder aumentar el orden, la entalpía, en su interior los seres vivos aumentan el caos a su alrededor, disparando la tendencia global hacia la entropía. Es decir que la vida no hace que el universo no avance hacia el caos, al revés, potencia esta dinámica.
Para entenderlo, es como si queremos partir un leño y tenemos el hacha a un palmo de distancia. Con ese recorrido difícilmente podremos partirlo, ahora bien si retiramos el hacha para ganar distancia, aunque en primer momento parezca que nos alejamos del objetivo, en realidad será más efectivo.
Se puede concluir pues que la vida no es una casualidad, ni un diseño inteligente, si no pura consecuencia necesaria de las leyes físicas que rigen el universo. El resultado de la aparición de la vida es un aumento más rápido de la entropía total del universo. No consumimos energía para vivir, si no que vivimos para consumir energía.

Es absurdo pensar que en el universo puede haber algo casual, algo dejado al azar, en todo caso nos lo parece por falta de información, por falta de conocimiento de las causas. Aceptar que la vida podría no haber aparecido es como aceptar que “el sol podría no salir mañana”.

Continuando con el mismo razonamiento veremos que la aparición de la vida inteligente es otro imperativo consecuente de las leyes físicas. Cuanto más inteligente es un ser vivo, más energía consume, mediante la tecnología. Aumentamos nuestra comodidad a raíz de consumir energía: de aumentar el caos, la entropía. Por tanto las leyes físicas del universo favorecen la aparición de la inteligencia. Podría muy bien ser que contaminar nuestro medio ambiente es en realidad para lo que estamos aquí. Sonará muy chocante a los ecologistas, pero así es: el ser humano está en la tierra para agotar sus recursos energéticos. Hagamos lo que hagamos es nuestro destino, y del resto de seres vivos.

Ahora bien sí creo que lo que nos diferencia es que podemos escoger modificar el ritmo de consumo energético, optimizarlo para que nos dure más. No simplemente consumimos sin más, si no que podemos evaluar la manera de que los recursos nos duren más, y eso, eso sí que va en contra de lo que cabría esperar según las leyes naturales. O quizá no. Puesto que si optimizamos nuestros recursos podremos sobrevivir más tiempo en este planeta, con lo que tendremos más tiempo para desarrollar nuestras tecnologías… ¿podremos conseguir consumir recursos de otros lugares del espacio donde no hay vida? Es difícil de decir.