De entre todos cuantos han pretendido conquistar y dominar el mundo quizá el único que se merecía conseguirlo fue Alejandro Magno. Y esto es porque el fin que perseguía era único. Cierto que muchos conquistadoras han pretendido establecer un solo estado bajo el que todos los hombres vivieran en paz, sin embargo a diferencia del resto el emperador macedonio no lo intentó a través de imponer la propia cultura a los demás pueblos.
Alejandro Magno, superando la visión de su mentor Aristóteles, consideraba que griegos y “bárbaros” eran iguales. Bajo la premisa de igualdad entre todos los hombres y pueblos quiso gobernar su vasto imperio a través de la homonoia, palabra griega para la unidad de pensamiento o de corazón. A pesar de conquistar territorios Alejandro no imponía su forma de vida si no que se adaptaba a la cultura de cada lugar, buscando establecer así un único estado multicultural. Algo casi único en la historia. Cierto que ese estado poseería una lengua franca para la comunicación, cierto que se produciría un mestizaje de culturas en la que la individualidad absoluta se perdería, pero también es cierto que la conjunción entre igualdad y diferencia permitiría la vida pacífica de sus súbditos.
Alejandro fue un adelantado a su época, buscaba un fin sumamente noble para el cual solo disponía del ruin medio de la guerra, la conquista y la sangre.
¿A caso no es un fin deseable que un día la humanidad esté unida? ¿Que manteniendo su diversidad cultural todos trabajemos para el bien común, que aquello que nos une pese más aquello que nos diferencia?
Y sin embargo cuando escuchamos hablar de Nuevo Orden Mundial o de Gobierno Único Mundial nos suele entrar el pánico. Desde la época de los Illimunati hasta la presente del club Bilderberg todos pensamos en manipulación y dominación a manos de unos pocos cuando escuchamos estos nombres. Ciertamente es probable que pretendan imponer su visión al resto de la humanidad. Su objetivo es una aberración. Por otro lado esta claro que este cambio no puede ser impuesto por unos pocos, como comprobó Alejandro, ni que puede ser para su beneficio.
No obstante Gobierno Mundial no es sinónimo de poder centralizado en unos pocos, ni de dominación. Sería como aceptar que estado es sinónimo de dictadura. Yo opino que un Gobierno Único Mundial, aunque sumamente descentralizado y manteniendo la diversidad cultural, así como basado en la democracia directa debe ser el futuro de la humanidad. Los grandes males de la guerra y del hambre sin duda se verán reducidos drásticamente. Creo que los beneficios sobrepasan con creces a los posibles perjuicios.
Es hora de aceptar ese futuro y desbancar a aquellos que lo quieren imponer para el propio beneficio. Sin embargo para eso debemos superar antes de manera definitiva el miedo al otro. Es hora de dejar de luchar por nuestro pueblo, nuestro estado o nuestra civilización, es hora de luchar por el bien común de todo ser humano, porque luchar por la humanidad es luchar por uno mismo.
Hace tres mil años temíamos que la aldea de al lado nos atacara, hoy lo tememos a que lo haga el continente de al lado. Quizá en un futuro no debamos temer por nadie.
Alejandro Magno, superando la visión de su mentor Aristóteles, consideraba que griegos y “bárbaros” eran iguales. Bajo la premisa de igualdad entre todos los hombres y pueblos quiso gobernar su vasto imperio a través de la homonoia, palabra griega para la unidad de pensamiento o de corazón. A pesar de conquistar territorios Alejandro no imponía su forma de vida si no que se adaptaba a la cultura de cada lugar, buscando establecer así un único estado multicultural. Algo casi único en la historia. Cierto que ese estado poseería una lengua franca para la comunicación, cierto que se produciría un mestizaje de culturas en la que la individualidad absoluta se perdería, pero también es cierto que la conjunción entre igualdad y diferencia permitiría la vida pacífica de sus súbditos.
Alejandro fue un adelantado a su época, buscaba un fin sumamente noble para el cual solo disponía del ruin medio de la guerra, la conquista y la sangre.
¿A caso no es un fin deseable que un día la humanidad esté unida? ¿Que manteniendo su diversidad cultural todos trabajemos para el bien común, que aquello que nos une pese más aquello que nos diferencia?
Y sin embargo cuando escuchamos hablar de Nuevo Orden Mundial o de Gobierno Único Mundial nos suele entrar el pánico. Desde la época de los Illimunati hasta la presente del club Bilderberg todos pensamos en manipulación y dominación a manos de unos pocos cuando escuchamos estos nombres. Ciertamente es probable que pretendan imponer su visión al resto de la humanidad. Su objetivo es una aberración. Por otro lado esta claro que este cambio no puede ser impuesto por unos pocos, como comprobó Alejandro, ni que puede ser para su beneficio.
No obstante Gobierno Mundial no es sinónimo de poder centralizado en unos pocos, ni de dominación. Sería como aceptar que estado es sinónimo de dictadura. Yo opino que un Gobierno Único Mundial, aunque sumamente descentralizado y manteniendo la diversidad cultural, así como basado en la democracia directa debe ser el futuro de la humanidad. Los grandes males de la guerra y del hambre sin duda se verán reducidos drásticamente. Creo que los beneficios sobrepasan con creces a los posibles perjuicios.
Es hora de aceptar ese futuro y desbancar a aquellos que lo quieren imponer para el propio beneficio. Sin embargo para eso debemos superar antes de manera definitiva el miedo al otro. Es hora de dejar de luchar por nuestro pueblo, nuestro estado o nuestra civilización, es hora de luchar por el bien común de todo ser humano, porque luchar por la humanidad es luchar por uno mismo.
Hace tres mil años temíamos que la aldea de al lado nos atacara, hoy lo tememos a que lo haga el continente de al lado. Quizá en un futuro no debamos temer por nadie.