Poco después de estar “oficialmente en crisis” a nivel global escribí aquí que tras estas profundas crisis (tanto a nivel individual como social) suelen producirse episodios catárticos de los que puede surgir un modelo más apto. Ahora nos encontramos inmersos en ese estado catártico, de revolución hacia algún nuevo sistema, no sabemos bien cual aún. No es algo que esté ocurriendo tan solo en nuestro estado, nos ha precedido el norte de África, nos ha precedido Islandia, y vamos a la par de Grecia. Poco a poco se extiende a nivel internacional. Cuando el mundo es global la revolución también lo es.
Muchos salen a las calles porqué están desesperados o indignados. Muchos salen a quejarse por la situación actual, sin saber bien qué cambios se pueden exigir. Muchos otros tienen ideas concretas para conseguir una sociedad más justa, transparente y participativa. Muchos salen desde la rebeldía, desde la crítica; muchos lo hacen desde la esperanza y la propuesta constructiva. Pero todos han entendido que si no trabajamos unidos no conseguiremos nada nuevo o nada mejor.
Yo no sé realmente si este movimiento nos va a sacar de la crisis económica, y la verdad es que para mi es algo secundario. Para mi lo importante es ese lema que se escucha de fondo en las acampadas, en las asambleas populares: TODOS SOMOS UNO.
Quizá ha llegado la hora. Quizá la humanidad empieza a dejar de lado la competencia para dar preeminencia a la cooperación. Cierto, esto aun no es el “nirvana social”, ni lo vamos a ver. Hubo un primer momento de éxtasis, los primeros días, en los que todo era armonía. Ahora surgen ya las disensiones. Pero no debe suponer un problema, al revés, suponen trabajar, desarrollar esa idea de que por encima de las diferencias se encuentran los puntos de unión. Supone llevar a la práctica de que todos formamos una sola unidad. El todo y el uno existen, existe la unidad y existe la diversidad. Hay que encontrar el equilibrio entre la individualidad y la sociedad.
Vygotsky lo dejó muy claro y hoy la sabemos: la mente individual no existe sin la sociedad. Como leí hace un tiempo en un artículo: la mente necesita una prótesis externa para funcionar (el colectivo social). ¿Qué sucede cuando las mentes individuales entran en un estado de comunicación como nunca antes habíamos vivido? Yo lanzo una idea en las redes sociales, y si tiene éxito se propaga a una velocidad que antes era inimaginable. Caminamos hacia una mente verdaderamente colectiva.
Y por eso estoy yo en la revolución. No solo porqué quiero un futuro mejor para mis hijos. El mundo es siempre perfecto en cada momento, nos guste o no. Pero eso no supone que no evolucione, y su estado final de evolución es la unidad expresada. Todos somos perfectos como somos, pero todos tendemos hacia la percepción de la unidad subyacente a la aparente dualidad. Y por eso apoyo esta revolución, porque el Todos somos Uno está muy cerca del Todo es Uno. Para mi la revolución es una práctica contemplación en grupo.
Muchos salen a las calles porqué están desesperados o indignados. Muchos salen a quejarse por la situación actual, sin saber bien qué cambios se pueden exigir. Muchos otros tienen ideas concretas para conseguir una sociedad más justa, transparente y participativa. Muchos salen desde la rebeldía, desde la crítica; muchos lo hacen desde la esperanza y la propuesta constructiva. Pero todos han entendido que si no trabajamos unidos no conseguiremos nada nuevo o nada mejor.
Yo no sé realmente si este movimiento nos va a sacar de la crisis económica, y la verdad es que para mi es algo secundario. Para mi lo importante es ese lema que se escucha de fondo en las acampadas, en las asambleas populares: TODOS SOMOS UNO.
Quizá ha llegado la hora. Quizá la humanidad empieza a dejar de lado la competencia para dar preeminencia a la cooperación. Cierto, esto aun no es el “nirvana social”, ni lo vamos a ver. Hubo un primer momento de éxtasis, los primeros días, en los que todo era armonía. Ahora surgen ya las disensiones. Pero no debe suponer un problema, al revés, suponen trabajar, desarrollar esa idea de que por encima de las diferencias se encuentran los puntos de unión. Supone llevar a la práctica de que todos formamos una sola unidad. El todo y el uno existen, existe la unidad y existe la diversidad. Hay que encontrar el equilibrio entre la individualidad y la sociedad.
Vygotsky lo dejó muy claro y hoy la sabemos: la mente individual no existe sin la sociedad. Como leí hace un tiempo en un artículo: la mente necesita una prótesis externa para funcionar (el colectivo social). ¿Qué sucede cuando las mentes individuales entran en un estado de comunicación como nunca antes habíamos vivido? Yo lanzo una idea en las redes sociales, y si tiene éxito se propaga a una velocidad que antes era inimaginable. Caminamos hacia una mente verdaderamente colectiva.
Y por eso estoy yo en la revolución. No solo porqué quiero un futuro mejor para mis hijos. El mundo es siempre perfecto en cada momento, nos guste o no. Pero eso no supone que no evolucione, y su estado final de evolución es la unidad expresada. Todos somos perfectos como somos, pero todos tendemos hacia la percepción de la unidad subyacente a la aparente dualidad. Y por eso apoyo esta revolución, porque el Todos somos Uno está muy cerca del Todo es Uno. Para mi la revolución es una práctica contemplación en grupo.