lunes, 12 de enero de 2009

Probablemente TU no existes, deja de preocuparte y disfruta la vida.

A lo largo de la historia las religiones han recurrido constantemente al proselitismo y a la propaganda para expandirse. Es algo inherente al ser humano, tendemos a hacer publicidad de nuestras ideas y aunque creamos que es por el bien de los demás lo cierto es que no deja de ser un intento de conversión egoísta… como el de este bloc, porque negarlo. Y así llegamos al siglo XXI en que el ateísmo se sube al carro de utilizar la publicidad. Hoy (12/01/09) se han puesto en movimiento los autobuses con el lema importado de Londres, “probablemente Dios no existe, deja de preocuparte y disfruta la vida”.

En mi opinión esta campaña es una completa estupidez, por varios motivos. El primero es que no acabo de entender el objetivo que se persigue, y más cuando una de las críticas que se han hecho a las iglesias ha sido su afán de convertir. Me parece que en este caso el ateísmo cae en una contradicción. Por otro lado el punto de partida de la campaña me parece muy corto de miras. Crítica o niega un tipo muy concreto de concepto de divinidad, de Dios: el monoteísta entendido como juez. ¿Por qué si no deberíamos preocuparnos y no disfrutar la vida, si no es porqué Dios nos va a juzgar hasta por los más pequeños errores? Sin embargo Dios ha sido postulado de muchas otras maneras, más allá de una extrapolación antropomorfa y masculina con poder absoluto y ganas de venganza y de juzgar. Así que yo digo, ¿cómo negar a Dios? Si lo estoy viendo, tocando, respirando, sintiendo en cada momento ¿Cómo despreocuparse al no creer en Dios? Pero si justamente no creer en Dios tan solo deja un vacío bastante inquietante. No niego el vacío, ni niego la inquietud, lo que niego es que no creer en Dios sea sinónimo de despreocupación y viceversa.
Es lo que sucede cuando identificas la divinidad con atributos humanos, que puedes postular… si existiera Dios no permitiría todas las desgracias que acontecen… Que visión tan cerrada. La divinidad no es un ser individual que se preocupue o se despreocupe, es algo mucho más abstracto y complejo y a la vez algo mucho más sencillo. Es como un buen padre o madre que deja que sus hijos experimenten y aprendan por ellos mismos. No sirve de nada que le digas a un niño “cuidado no toques eso que quema”, si no sabe que es quemarse. Cuando se haya quemado una vez, entonces entenderá. La Conciencia evoluciona y la única manera de evolucionar es mediante la adquisición de experiencias, tanto las que llamamos buenas como malas. Es así de crudo.

Sea como sea, esta discusión y esta reflexión sobre si Dios existe o no me parece bastante infructuosa. Me parece mucho más útil, productivo y necesario reflexionar sobre si uno mismo existe o no. Todo lo que llamamos Yo es algo ilusorio: nuestro cuerpo es materia en continuo cambio, nuestra mente producto de nuestra biología y nuestro ambiente, nuestros actos serán pasto del olvido. La vida de un hombre no pasa de los 100 años… mientras que el Cosmos existe desde hace varios miles de millones de años. Nuestra vida es menos que una anécdota que sucede en un grano de arena en una playa infinita.

Hoy día nos sigue produciendo el mismo asombro asomarnos al universo.
(grabado Flammarion, 1888)




¿Porqué preocuparse por la riqueza? ¿Porqué preocuparse por el éxito, por la fama, por conseguir lo que deseamos? Todo es en vano. Nada de lo que hagamos será trascendente. Nuestra muerte es una mera ilusión. No podemos morir puesto que nunca hemos nacido, ya que no somos nada. La individualidad que experimentamos es una ilusión temporal, somos en realidad una parte indivisible de un conjunto mucho mayor. Así que simplemente nos queda una cosa, disfrutar sin preocuparnos, vivir intensamente, porque solo poseemos el presente. Y lo único trascendente que hay en nuestra vida es aprender, amar, conocernos y realizar en nosotros la Unidad.

“Probablemente TU no existes, deja de preocuparte y disfruta la vida.”

domingo, 4 de enero de 2009

1 de Enero, ¿Año Nuevo?

Parece una obviedad, pero no la es. ¿Por qué empieza el año el 1 de Enero?
Un año no es más que el período de tiempo (contado en días) que el planeta en el que vamos montados necesita para realizar una vuelta entera alrededor de nuestra estrella, el Sol. Ahora bien, ¿por qué empezar a contar desde la posición en que se haya el 1 de Enero? Evidentemente no todas las culturas cuentan a partir de esta fecha, de hecho la nuestra tiene la peculiaridad (aunque supongo que no singularidad) de no marcar el inicio del año en función a ningún evento astronómico.

En la antigua Roma se iniciaba el año alrededor del principio de Marzo, es decir cerca del solsticio de primavera que marca el inicio de la primavera y el despertar de la naturaleza. Fue Julio César quien decidió en el 47 a.C. cambiar el inicio del año al principio del onceavo mes. El motivo fue político y militar. Los cónsules eran elegidos ese mes, en enero, sin embargo el año administrativo no comenzaba hasta marzo, por lo que había dos meses de diferencia. Al hacer coincidir ambos eventos (y hacerlo en enero y no en marzo) lo que se consiguió fue más tiempo para poder gestionar los recursos para preparar las campañas militares, que en aquellas edades se llevaban a cabo casi siempre en verano.

Por lo tanto cuando celebramos el fin del año y el año nuevo, en realidad estamos celebrando… nada, no sucede nada que se pueda usar como indicativo de principio o final del ciclo. A mi entender lo lógico cuando quieres marcar un principio en un ciclo continuo es escoger como tal a uno de los dos extremos (solsticios) o a uno de los dos medios (equinoccios). Cuando empieza un nuevo año, en nuestra mente se nos evoca un nacimiento, y ¿en que momento parece “nacer” el mundo? En primavera. En mi opinión el momento debiera ser (como lo es para los persas zoroastristas por ejemplo) el equinoccio de primavera, el 20 de marzo.

En nuestro caso es cierto que el año nuevo cae cerca del solsticio de invierno (por pura casualidad)… pero en la antigüedad la Natividad del Sol era más bien considerada el principio del embarazo que concluirá en primavera cuando nace el año, la vida, aunque el Sol se estuviera gestando desde el solsticio de invierno.

Sea como sea, no dejo de desearos a todos un feliz año 2009, empiece cuando empiece.