¿Has
imaginado alguna vez cómo debe ser la vida de una de las bacterias
que habitan en tu intestino? Conoce su ambiente, responde a los
estímulos que allí encuentra. Su mundo, el lugar por dónde
circulan los deshechos de tu cuerpo, le podría parecer muy basto, si
es que pudiera tener la capacidad de reflexionar. ¿Te has parado a
pensar que de buenas a primeras no podría sospechar de ningún modo
que forma parte, o que se encuentra en el interior, de un organismo
vivo indeciblemente más extenso que él mismo?
¿Cómo
podemos nosotros estar completamente seguros de que no habitamos un
superoganismo? ¿Hemos dedicado esfuerzos según el método
científico para descartar que no es así, o es que quizás nuestras
investigaciones no nos han llevado a sospechar nada parecido?
Ciertamente
hoy día varios científicos defienden la hipótesis de que el
universo es en realidad un conjunto vivo y hasta inteligente.
Claro
que antes deberíamos preguntarnos qué es la vida, cómo la
definimos realmente, para saber si el cosmos se adapta a esta
definición. En mi opinión la definición termodinámica de la vida
que la define como aquella región del universo en que la entalpia se
encuentra en constante aumento no acepta que el universo en su
conjunto sea considerado como un ser vivo, ya que éste tiende a la
entropia. Otras definiciones permiten incluir como seres vivos a los
robots o incluso a los virus informáticos. Aunque quizás si al
final resulta que todo el cosmos es un ser vivo pues robots y virus
informáticos también lo sean.
Uno
de los científicos, Lee Smolin, que defienden que el universo es un
ser vivo lo analiza desde las propias leyes de la biología (sin
entrar mucho en la definición de un ser vivo) y considera que el
universo actual es el vástago de otro universo previo, que éste
dará a “vida” a nuevos universos, y que además los universos
evolucionan de manera que cada nueva generación se vuelve más
compleja y por tanto más eficiente en generar nuevos
organismos-universos. Según sus estudios es a través de los
agujeros negros como cada universo se reproduce y al otro lado de
estas particularidades se encuentras nuevos cosmos. Resulta que la
materia necesaria para generar estos agujeros negros y las leyes que
los hacen posibles son las mismas piezas estructurales sobre las que
se basa la vida orgánica que conocemos. Así resulta que el
universo es amigable con la vida precisamente porqué él mismo es un
ser vivo y las leyes que promueven su reproducción permiten la
aparición de seres vivos en su interior.
Si
el universo es un ser vivo además de nacer, crecer y reproducirse
debe contener un sistema de transmisión de materia y energía y
también de información. De hecho algunos científicos como Seth
Lloyd defienden que toda partícula subatómica en el universo
contiene bits de información y que el cosmos en sí es una basta
computadora cuántica. No es sólo un ser vivo como nosotros es mucho
más y sus capacidades y estructura debería quedar mucho más allá
de nuestras posibilidades de comprensión... o no.
Porque
Jürgen
Schmidhuber defiende
que es posible que el patrón básico del universo sea en realidad
relativamente sencillo. Puede que toda la información que se deriva
del cosmos y de toda su historia no sea más que la combinación
infinita de un patrón no muy complejo que podríamos llegar a
descifrar algún día, pudiendo a partir de éste comprender la
totalidad el cosmos que sería de hecho de naturaleza fractal. Este
científico pone el ejemplo del patrón de la semilla de la vida, a
partir del cual podemos crear el de la flor de la vida.
Pero
puede que la relación entre el cosmos y nosotros, seres vivos
aparentemente individuales, vaya todavía mucho más allá.
El
doctor Lanza no apunta a nada nuevo cuando nos dice que el universo
mismo no existiría si no hubiera observador. Y es que de hecho toda
esa información podría consistir en un mensaje, pero para ser
mensaje debe haber un receptor, un observador. Nosotros, que de hecho
no dejamos de ser Él. Así el universo comienza en la mente, es
fundamentalmente mental. El tiempo y el espacio solamente existen
como tal en nuestra consciencia, en nosotros que somos observadores.
En realidad somos observadores y observados.
Podemos
mencionar a infinitud de mitos que narran el origen del cosmos a
partir del cuerpo de un dios, como un ser vivo. ¿Será que nuestra
visión animista del mundo con la que todos nacemos nos impulsa a ver
y buscar esa vida en el cosmos? O podremos algún día demostrar
mediante el método científico que si tenemos esa visión animista
es fruto de las propias leyes del universo. ¿Será cierta pues esa
Unidad de la que hablan todas las vías místico-filosóficas? ¿Serán
reales esas líneas del Ellam Onru?:
“Debes
saber que el mundo en su conjunto constituye tu cuerpo imperecedero, y que tú eres tú mismo la vida perpetua del mundo entero."
Podemos
esperar a que algún científico llegue a demostrar esto, o tentar la
suerte. Porqué si resulta que efectivamente el universo es fractal,
como ya otros científicos han defendido (el gran David Bohm por
ejemplo) no hace falta buscar fuera de nosotros ese mensaje que
computa el cosmos. Lo tenemos en nuestro interior. Dejamos de ser
bacterias en un intestino para convertirnos en un continuo Uno que Es
como dicen los vedantinos: sat-chit-ananda
Ser-Conciencia-Bienaventuranza.
Las
reflexiones de este post surgen a raíz del vídeo de la serie de
documentals Through the wormhole: is universe alive.
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