miércoles, 21 de agosto de 2013

La falacia de la monogamia 2: hasta los cisnes se lo pasan bien.

Hasta hace relativamente poco se creía que en la naturaleza existían especies cuyo comportamiento sexual característico era la monogamia. Entre los ejemplos a los que se recurría están por ejemplo los cisnes. Pero como digo este mito se ha desmontado también. A día de hoy creo que podemos afirmar que ninguna especie animal, y por supuesto tampoco el ser humano, es monógamo.
Parece ser que en estas especies en las que se había observado la convivencia estable y perdurable de una pareja de individuos en realidad sí existen contactos sexuales con otros individuos a pesar de esa relación principal.


Al fin y al cabo es una cuestión puramente biológica en la que se ponen en juego los mejores mecanismos para asegurar la supervivencia de la especie. El tema es claro: si una hembra se apareara solamente con un macho y este resultara por ejemplo infertil los genes de ella tampoco pasarían a la siguiente generación. Y es que al final la vida tiene un impulso primordial: su propia continuidad. Por eso nos gusta tanto el sexo.

No solo la biología y la antropología sino también las estadísticas dejan claro que el ser humano tampoco es monógamo. Hay gente que lo intenta, o mejor dicho intenta mantener una relación monógama (que lo consiga o no es otro tema) pero intentar no ser lo que somos es un fracaso seguro. Podemos reprimir lo que somos, eso es otra cosa. Por ejemplo: un sacerdote o monje que sea célibe no deja de ser sexual simplemente deja de expresar su sexualidad. Alguien en una relación monógama no deja de ser “no-monógamo” simplemente reprime la expresión de su naturaleza.

Una vez reconocemos lo que somos y lo que hacemos entonces podemos empezar a hablar en serio. Porqué al fin y al cabo este debate se reduce a una cuestión terriblemente sencilla a la par que profunda: los instintos están para seguirlos o para dominarlos (o para utilizarlos que sería, para mí, la opción no correcta pero sí más inteligente para conseguir vivir la vida en plenitud. No hay nada malo en vivir escindidos, no hay nada malo en vivir puteados en el fondo. Pero yo prefiero vivir lo más cerca posible de mi propia integridad). Sobre este tema escribiré en breve. Pero como digo la discusión al final se reduce a: los animales que hagan lo que quieran que nosotros somos “personas” y tenemos la razón y la cultura y la sociedad etc etc y vamos a (intentar) hacer otras cosas diferentes a lo que nuestros instintos nos impulsan a hacer (en ciertos ámbitos). O bien se reduce a como digo seguir-utilizar esos instintos sin negarlos.

Evidentemente la sociedad monógama, posesiva y celosa tiene su porqué desde un punto de vista psico-social. La pregunta es: ¿esos motivos siguen siendo válidos hoy día? Muchos antropologos consideran que la monogamia como norma social aparece en el momento en que el ser humano consigue relacionar intelectualmente el acto de copular con el embarazo, en ese momento los hombres entienden que tienen un papel en la generación de los hijos y se cree que es el deseo de saber qué hijo es realmente propio lo que lleva a la aparición de la monogamia como práctica social. Bueno creo que hemos avanzado un poco en estos últimos milenios. Y más teniendo en cuenta que al final no pocos niños hoy día no son de la pareja oficial de la madre. Las cifras varían según el estudio, pero éste apunta que hasta uno de cada cuatro. En fin, una batalla que se pierde antes de empezar. Que no es fácil superar ciertas ideas y convenios sociales que nos han inculcado no se puede dudar. Aunque tampoco que siempre han habido individuos que han decidido apostar por la integridad y el tema está, creo yo, en encontrar lo que a cada uno nos hace sentir realmente bien y que no hay una norma común para nadie. Ni la monogamia ni la no-monogamia debería imponerse a nadie, sino la libertad de escoger y poder evolucionar a cada momento.

“…la posesión de las mujeres, los matrimonios y la procreación de los hijos deben, conforme al proverbio, ser todos comunes entre amigos en el mayor grado posible.”
La República, libro IV. Platón.
(acabo con la misma cita con la acabé el primer post, hace años, sobre este tema).


El libro en el que se recogen los estudios genéticos por los cuales se ha desvelado el mito de la monogamia en los cisnes. El programa de Redes de Punset en el que se explica que la monogamia no es natural. 

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