Escultura de Aphroditus: deidad con cuerpo femenino pero genitales masculinos en cuyo culto se practicaba el travestismo ritual. |
El acceso a la Consciencia de Unidad supone integrar en
nuestra psique a la dualidad, por ejemplo a lo femenino y a lo
masculino, dándole espacio suficiente a cada una de estas energías.
Ésto queda expuesto de diferentes maneras en muchas y diversas
tradiciones místico-filosóficas. Un ejemplo lo encontramos en el
evangelio gnóstico según Tomás:
“...reducir
a la unidad lo masculino y lo femenino, de manera que el macho deje
de ser macho y la hembra hembra... entonces podréis entrar en el
Reino”.
En el camino hacia esta reducción a la unidad cada
individuo deberá sacar a la luz aquellos aspectos que estén en la
sombra. C.G. Jung en su psicología, e influido por la filosofia de
la alquimia, desarrolló una extensa teoría alrededor de este juego
de fuerzas presentes y ocultas. Generalmente el hombre deberá
potenciar y aceptar su faceta femenina, y una mujer sus
características masculinas. O al revés, es posible que un hombre
deba dar más espacio a ciertos valores viriles y una mujer a su
feminidad. Todos sabemos que lo masculino y lo femenino no son más
que etiquetas, pero sabiendo que tan sólo son constructos mentales
no dejan por ello de ser útiles si sabemos utilizarlos
adecuadamente.
En algunas vías se ha utilizado el símbolo externo
como ayuda en ese intento de integración, se trata del travestismo
ritual.
Así
habla Dionisos al rey Penteo en las Bacantes de Eurípides:
“...Penteo digo, sal delante de tu casa y muéstrateme vestido y
adornado como una mujer...” Demasiado se resistió el rey y mal acabó el
pobre ignorante a manos de las furiosas y aguerridas mujeres.
En
los misterios báquicos encontramos un ejemplo claro de travestismo
llevado a cabo en varios ritos, celebraciones dedicadas a Dionisos y
también en las iniciaciones. Penteo no consigue ver al dios hasta
que accede a vestirse como mujer. Y aunque se trate de una obra, está
inspirada en la práctica real en la que los hombres se vestían de
mujeres, y las mujeres actuaban como hombres. Aunque lo
cierto es que en una sociedad claramente patriarcal y masculinizada
es el hombre y no la mujer quien más puede necesitar del travestismo ritual.
Dedicar
un día de vez en cuando a vestirse y actuar como lo hace el género
contrario puede ser una práctica más para recordar la Unidad que
somos.
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